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La preocupación del Capitán Cortés
LA PREOCUPACIÓN DEL CAPITÁN CORTÉS POR LA TALLA DE LA VIRGEN DE LA
CABEZA
Por Blas Ruiz Carmona
Introducción
Como quiera que yo mismo he ejercido el periodismo, sé la
dificultad que entraña el condensar, en unas pocas líneas, el
contenido completo de un acto, sea éste una conferencia, una
exposición o un espectáculo deportivo. Ahí radica precisamente el
mérito del buen periodista, en saber reflejar, con un texto lo más
pequeño posible, la noticia que quiere contarnos, y ello de la forma
más fiel que pueda.
Hago esta introducción por el siguiente motivo: en el mes de
noviembre de 2013, se ha celebrado en Andújar un ciclo de
conferencias bajo el título: “La Virgen de la Cabeza en la cultura”,
organizado, dicho ciclo, por la Real Cofradía Matriz. Una de las
conferencias versaba sobre “La desaparición de la Virgen de la
Cabeza y sus coronas en la Guerra Civil española”, y fue pronunciada
por un historiador local. Yo no estuve en la conferencia, pero sí he
podido leer algunas reseñas que, sobre la misma, han aparecido
después en la prensa. De ahí mis palabras del principio: voy a
opinar sobre lo que he leído en los periódicos, no sobre el conjunto
de la charla, que, lo repito otra vez, no pude escuchar.
Pues bien, en un artículo aparecido en la prensa provincial,
podemos leer el siguiente párrafo:
“Reseñó (se refiere al
conferenciante) que una vez que la Virgen apareció en Valencia,
nadie la reclamó y dijo que el Capitán Cortés no se preocupó de
defender la talla (se refiere a la primitiva de la Virgen de la
Cabeza), porque para él tenía más importancia la Virgen del Pilar,
patrona de la Guardia Civil”.
Cuando yo leí la anterior noticia, me pregunté cómo en un
pueblo culto, como Andújar, y bajo los auspicios de una Cofradía
seria, como lo es la Matriz de la Virgen de la Cabeza, se puede
permitir que alguien diga una barbaridad tan grande, y que no pase
nada, absolutamente nada, y todo bajo la atenta mirada del Rector
del Santuario y otros miembros destacados de la Junta Directiva, que
estaban allí, supongo yo, encantados de haberse conocido.
Los hechos
Sobre la primera afirmación del conferenciante, es decir, el
probable traslado de la antigua imagen de la Virgen de la Cabeza a
Valencia, no me voy a pronunciar, pues no es el objeto de este
artículo. Pero sobre lo segundo, es decir, sobre la despreocupación
de Cortés por la talla de la Virgen, yo no puedo permanecer callado,
pues son tantos los argumentos (testimoniales y documentales) que
demuestran lo contrario, que tengo que exponerlos a la fuerza, pues
la mentira me duele, y más en estos tiempos en los que, al escribir
sobre la historia reciente de España, se ha establecido una línea
oficial, políticamente correcta, que tergiversa los hechos, y casi
todo el mundo parece estar feliz tragándose las bobadas. Claro que,
conmigo, no pueden.
Todos los que hemos investigado, en mayor o menor medida, el
Asedio al Santuario de la Virgen de la Cabeza, sabemos cómo en
noviembre de 1936, cuando por los efectos de los bombarderos y de la
artillería roja, el camarín de la Virgen quedó seriamente dañado, y
ante el evidente peligro que corría la imagen, Cortés, junto con un
grupo de sus leales, decidieron cambiar la talla de su lugar
tradicional de culto, aún a sabiendas, desde luego, de que tal
medida podía causar cierta desmotivación entre los refugiados en el
Cerro. Pero salvaguardar la imagen de la Reina de Sierra Morena, fue
siempre un objetivo prioritario para el Capitán Cortés, por lo que,
como hemos dicho, en la primera quincena de noviembre llevaron a la
Virgen de la Cabeza, desde su camarín, hasta el lugar probablemente
más seguro que había en todo el recinto del Santuario, a saber: una
alacena, excavada en la propia roca, que había en la planta baja de
la fachada sur, en concreto, en la habitación que ocupaban doña
Modesta (esposa del Teniente Coronel Iglesias, ausente desde
agosto), y la hija de ambos. Y en ese lugar permaneció la Virgen,
hasta la finalización del Asedio.
Fueron frecuentes las visitas o rezos ante la Virgen de la
Cabeza, siempre que las circunstancias bélicas lo permitían, y
habida cuenta de que se encontraba en un aposento privado. Aunque
también es verdad que la imagen ante la que se solía rezar el
Rosario era la de la Virgen del Pilar, que se encontraba en la sala
de peregrinos, lugar éste, por cierto, en el que había un gran
número de refugiados, fundamentalmente población civil.
Pero es leyendo los documentos cuando comprobamos, no ya sólo
la preocupación del Capitán de la Guardia Civil Santiago Cortés
González por la talla de la Virgen de la Cabeza, sino el inmenso
cariño que le profesaba, así como la esperanza que siempre puso en
su divina protección. Esto último es una constante, tanto en sus
partes quincenales, como en sus mensajes, tanto los que mandó por
paloma mensajera a Córdoba, como los que pudo enviar después hasta Porcuna, cuando se estableció la comunicación con la zona nacional
mediante un heliógrafo. Ahí nos aparece un Cortés que mira a la
Virgen de la Cabeza con amor filial, y que siempre se pone bajo su
amparo.
No voy a enumerar aquí las veces que, en sus mensajes, habla
el Capitán Cortés de la Virgen de la Cabeza, entre otras cosas
porque eso supondría dar mucha información a quien no la tiene, y ya
dice el refrán que “el que quiera peces…”. Así es que sólo voy a
hablar de la primera y última vez que la Virgen de la Cabeza es
citada en los referidos mensajes.
Los mensajes
El primer mensaje lo envía Cortés por paloma mensajera el 25
de octubre de 1936, está dirigido al General Gonzalo Queipo de Llano
y llegó al Gobierno Militar de Córdoba. En dicho mensaje, el Capitán
Cortés intenta hacer un resumen de lo acontecido desde la llegada de
la Comandancia de la Guardia Civil de la provincia de Jaén al
Santuario de la Virgen de la Cabeza, hecho acaecido el 18 de agosto,
hasta el día de la fecha.
Dice así Cortés a Queipo de Llano: “Mi respetado y querido
General: No tengo frases con que describir el cuadro que ofrecía
este Campamento al leer ante la fuerza y
la Virgen bendita que se
venera en este Santuario su patriótica carta, fecha 7 del
actual, que nos trajo nuestra gloriosa Aviación; con lágrimas en los
ojos los congregué a todos ante la
Imagen con la que
compartimos nuestras penas y amarguras desde hace más de dos
meses…”. Continúa en este mismo mensaje diciendo Cortés que desde el
día 15 hasta el 24 de septiembre, la Aviación roja arrojó más de 400
bombas, las que “gracias al terreno y a
nuestra Virgen sólo nos
producen escasas bajas”. Y concluye este mensaje con las siguientes
palabras: “Contando con la
protección de esta Virgen Morena que nos cobija…”.
El último mensaje en el que el Capitán Cortés cita a la
Virgen de la Cabeza, tiene fecha de 18 de abril de 1937, es decir,
trece días antes de la caída del Santuario. Se mandó a través del
heliógrafo, y dice en uno de sus párrafos lo siguiente. “La
sagrada imagen que nos guarda permitirá que, aprovechando
circunstancias, puedan sacarse de entre estos escombros a tantos
seres inocentes como hay, sobre los que pesa la más cruel de las
condenas, por el gran delito de ser hijos de Dios y de la Patria…”.
Es decir, que de la Virgen del Pilar, nada de nada.
Pero es que, además de las pruebas documentales, a las que
acabo de referirme, están las testimoniales, como decía al
principio. De entre las muchas que hay, yo sólo voy a citar una. Un
superviviente del Asedio, cuyo nombre prefiero omitir, porque ya no
está entre nosotros, me tenía contado, cómo en los últimos días de
abril de 1937, cuando el Capitán Cortés lo vio todo perdido, lo
llevó, a esta persona, a despedirse de la Virgen, y después le instó
para que se confesara, pensando, como pensaban todos en aquellos
angustiosos días, que no iban a salir de allí con vida. El Capitán
podía haberle dicho que se despidiera de la Virgen del Pilar,
Patrona de la Guardia Civil, pero no, lo llevó a la habitación de
doña Modesta, para que mirara, por última vez, a la Virgen de la
Cabeza.
Por cierto, el último heliograma que salió del Santuario fue
el mismo día 1 de mayo de 1937, poco antes de la caída definitiva
del Santuario en poder del enemigo, y decía, lacónicamente:
“Insostenible. Rápido auxilio Aviación”. Como es obvio, en este
último mensaje ya no se habla de la Virgen de la Cabeza, pues las
circunstancias ya no eran las propicias para ello, una Virgen que,
probablemente a esas horas, ya no estaba en la alacena de la
habitación de doña Modesta, en la planta baja de la fachada sur del
Santuario, la menos castigada por el fuego enemigo, adonde se llevó,
precisamente, para tenerla bien protegida, contradiciendo así lo que
ahora, algunos, tan alegremente, se atreven a afirmar.
Conclusión
Ya termino. Lo único que he pretendido con este modesto
artículo, es salir al paso de una mentira, no para salvaguardar el
honor del Capitán Cortés, pues éste es tan grande que no le hace
falta, sino que quede constancia, ante quien proceda, de que aún
quedamos algunos que no estamos dispuestos a comulgar con ruedas de
molino.
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El Asedio al Santuario de la Virgen de la Cabeza
La Guardia Civil muere, pero no se rinde
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